Solo quedan dos días para que me operen. Supongo que debería
estar preocupada, nerviosa…pero en lugar de eso, estoy preocupada porque no
estoy preocupada. ¿Lo entendéis? No sé, es raro…
Tus amigos te visitan, tu familia te trata mejor que nunca y
te regalan casi todo aquello que quieres (menos un unicornio de colorines…que
estoy loca dicen…) La cosa parece que va bien, vaya. Pero entonces te ves en la
camilla, y ahí no puedes hacer nada.
Todo va muy lento. Pones la televisión (que previamente has
pagado), intentas verla pero entonces escuchas ruidos en el pasillo. Giro la
cabeza, e intento ver quién es el afortunado que se marcha o el que lo será en
un futuro pero que por ahora tiene residencia fija aquí. Y entonces veo a una
niña. No llega a los 5 años.
-Cariño, tú no te pongas nerviosa, ¿vale? Mamá estará
contigo siempre.
+Pero no quiero que me hagan nada…
Vi a una nena asustada, una niña que como yo estaba ahí sin
quererlo. Se había caído por el columpio y eso dio lugar a un brazo roto.
Entonces, me entraron unas ganas irrefrenables de llorar. No quería convertirme
en una anciana de estas que están en el hospital, que se conocen todas sus
esquinas y que dan consejos sobre la comida, o sobre los médicos…puf! Como las
odio. Y canté. Solo podía hacer eso, teniendo en cuenta que no me podía mover
de la camilla (ni siquiera para ir al aseo)
La nena, al escuchar mi voz, entró a la habitación y se quedó mirándome
fijamente.
-¿Te sabes alguna canción?, le pregunté.
+Sí. Me gusta mucho la canción de Justin Bieber.
Me cago en la pena negra…¿de verdad tenía que cantar eso?
Pues sí hamijos midos, lo hice. Pero no por mí, sino por esa niña. En cuánto
acabé de cantar, esa pequeña cosita, esa nena que hace unos momentos estaba
llorando…ahora sonreía. Y sonreía de una forma muy natural e inocente.
Justo entonces apagué la televisión. ¿Para qué la
quería?¿Para despistarme de la dulzura que desprendía esa pequeña criatura?
-Gracias-me dijo la niña.
+No me las des, ya que estamos aquí intentemos pasarlo bien.
Me alegro de haberte sacado una sonrisa, por pequeña que sea.
-jajaja, eres muy simpática. Mañana vendré a verte.
+Espero que no, eso significará que ya estás buena, que te
puedes ir a casa a jugar con tus muñecas.
Al día siguiente no venía nadie a mi habitación. Estaba
feliz y triste a la vez porque la pequeña no venía. Ya no estaba conmigo en la
habitación cantando.
Tenía pensado dormir la siesta, porque después de 7
horas en quirófano la gente se cansa y eso…Pero entonces, se me quitaron todas
las ganas de dormir. Allí estaba, Abril,
la pequeña que ahora había conseguido sacarme a mí una gran sonrisa. Venía con
su casita de muñecas dispuesta a compartirlas conmigo. Solo le puse una
condición. No más Justin Bieber, por favor. La pequeña sonrió, se sonrojó y
mirándome a los ojos me dijo: Lo que tú digas, amiga.
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