7 de febrero de 2013

Canaval, te quieroooo

El carnaval es una bonita época llena de alegría, inocencia y disfraces... Cuando era pequeña, en mi colegio se organizaba un desfile para enseñar la capacidad creativa de cada alumno. Y después de 9 años en estos recitales he conseguido separar a los elementos que se ven en ellos en varias categorías:

Estaban los niños que siempre se disfrazaban igual. Todos los años, el mismo disfraz de princesa o de ninja... Estos no se complicaban mucho la verdad.

Estaban los que llevaban disfraces normales que no destacaban (entre los que me incluyo). Llevaban disfraces comprados de cosas tan inocentes como payaso, personaje de cuento, animal, etc. Estos no tienen más misterio, simplemente intentan pasar desapercibidos y con la menor humillación posible.

Estaban los que siempre la petaban este día, porque unos la petan en convenciones de belleza, otros en concursos de redacción, otros en los deportes y otros en carnaval, cada uno destaca en lo que puede, ¿vale? El caso es que estos solían llevar disfraces de lo más currado. Cosas cotidianas que se convierten en asombrosas cuando alguno de ellos intenta convertirlo en un disfraz. Desde mochos, pasando por duchas o un plátano... ¡UN PLÁTANO! ¡Con un par! ¡Olé tú!

Luego estaban las viejas glorias, esos de los que siempre se esperaba mucho porque un año escogieron un disfraz que la petó. Todos pensaban que sería un nuevo rompedor de Carnaval... pero no, era una vieja gloria .

Luego estaban unos que me encantaban. Sobre todo durante los últimos años de colegio, observé una nueva moda que se estaba extendiendo entre los más mayores del patio. Esta asombrosa moda consistía en disfrazarse del sexo contrario. Así, he visto a chicos vestidos de mujer y a chicas de hombre. Tuvo su época, pero al año siguiente ya lo consideraba un disfraz de vieja gloria.

Y por último estaba esa gente que no sabría si considerarla cobarde o inteligente por lo dicho anteriormente... La gente que no se disfrazaba o decía cosas como "yo voy disfrazado de mí". ¡Así te ahogues con tu baba, por egocéntrico!


Niños y no tan niños que hacen el ridículo por la calle, maravilloso Carnaval porque... ¡¡qué más da!! Por un día que podemos pasar de convenciones sociales y justificar todo lo que nos ponemos la excusa de Carnaval... ¿por qué no aprovecharlo?
Así que, cuando llegue el momento, elige un gran disfraz que la pete, porque si hay un día en el que puedes llevar lo que te dé la gana, ese día es Carnaval.  

3 comentarios:

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  3. ¡La madre del pollo! Mola tres mil puñaos apilaos, y ¿sabes? Yo fui ducha y palmera ilicitana...¡porque eso de la vergüenza no va conmigo! :)

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