No todos los días son malos.
Suena el despertador. Decido
aporrearlo porque estoy cansada de ese pitido infernal. Ya no suena.
“Pipipipí-pipipipí”…le había dado a aplazar.
Salgo de la cama de un salto, con
ganas de comerme el mundo (aunque luego pienso que es demasiado
grande) Piso el frío suelo, visto mis pies con las zapatillas.
Enciendo la radio, y comienzo a deslizar la ropa por mi cuerpo. Ya me
he vestido, peinado y arreglado…es hora de salir a la calle. El
viento golpea mi cara, pero no me importa. Es más, me agrada. Cierro
los ojos y noto libertad pero por poco tiempo. Entro al instituto y
es ahí cuando veo a cientos de personas, que como yo, tendrán que
soportar un largo día. Pero hoy es diferente, es un día en el que
el instituto no me espera, yo soy la que le anhela a él. Raramente
me llevan mis padres al insti en coche, y visto lo visto, prefiero ir
yo sola. Se para el motor, baja mi hermano y después le sigo yo. Nos
despedimos y él entra, pero yo hoy no lo haré. Ni mañana, ni
pasado, ni al otro. Veo como todos entran resignados, medio dormidos
algunos, optimistas otros…Y yo esperando. Poco antes de que tocase
el timbre llega Lorena, una gran persona que, por suerte, hay en mi
vida. Y cuando me ve se para, mira al suelo, vuelve a dirigir su
ángulo de visión hacia mí, y me abraza. Me abraza con tal fuerza
que siento miedo de lo que pueda llegar a pasar después. Hablamos un
rato y se va. Me deja sola, sola conmigo misma. Ya ha sonado el
timbre y mi padre arranca el coche, este empieza a sonar, pero es
entonces cuando abro la puerta y le digo: “¡Páralo! Todavía
tengo que despedirme de alguien. Y, justo entonces, la veo. Con esos
pantalones cortos y las medias negras por debajo, y las converse
rojas con una cordonera de cada color.
-¡Nuria!-le digo para que me vea.
Hablamos un rato, y nos despedimos
en un gran abrazo. Ahí siento pena. No sé porqué pero me entran
ganas de mandarlo todo a freír espárragos y de irme con ellos a
clase. Pero no puedo. Ya han entrado todos. Miro a mi padre, y le
digo: “Ahora. Ahora podemos irnos.”
Ahora empieza realmente la ventura.
Unos cuarenta y cinco minutos de espera en coche con música
realmente buena, y después, nada. Llegamos a lo se convertirá en
los próximos 12 días en mi rutina.
No hay comentarios:
Publicar un comentario