Atención
por favor, la
falsedad de la siguiente historia puede herir la sensibilidad de
algunas personas. Si es sensible a las mentiras, absténgase de leer
esta entrada; lea algún cuento de Disney que seguro que es más
real.
Un día, en Gijón,
Asturias, entré a robar una chaqueta preciosísima a una casa muy
marinera, y cuando estaba en el comedor de esa casa vi un teclado.
Aparté las partituras de Mozart y de River Flows In You
que había encima de él y
empecé a limpiarlo con sumo cuidado, tecla a tecla. Sin planearlo
sonó una melodía maravillosa, melódica e increíble. Decidí
ponerle nombre a la pieza que acababa de tocar, Teclas
sucias de Nuzart.
Cuando
acabé la pieza y ya preparada para entrar en un cuarto salvaje en el
que debía encontrar la chaqueta más bonita que nadie había visto
nunca, sonó el timbre. Pensé en ignorarlo, pero el miedo a entrar
en aquel cuarto y encontrar una descomunal montaña de ropa en la que
buscar me hizo abrir la puerta y posponer la búsqueda de la
chaqueta.
Un
hombre bien vestido, engominado y con gafas de sol estaba junto a la
puerta. Hablaba muy rápido, "Eres genial", "poco
comercial pero lo puedo arreglar", "tienes talento",
"en el clasicismo lo habrías petado"... El caso es que a
las pocas horas estaba embarcando en un vuelo y al poco tiempo
alojada en un hotel de Madrid y de camino a una discográfica.
Después
de tocar de nuevo la pieza en una sala de grabaciones, entró un
hombre muy extraño de piel oscura que me dio un abrazo y se enjugó
las lágrimas. Repitió las palabras del chico engominado de la casa
asturiana y salió de la sala de grabaciones.
Después
de esperar en una sala, cuyas paredes estaban llenas de discos de
vinilo de Michael Jackson, al menos una hora entera, volvió a
aparecer el hombre engominado. Esta vez iba acompañado por un señor
de poco pelo, por no decir nada, también con gafas de sol y provisto
de un traje más elegante incluso que el del chico engominado.
-
Esta es la joven de la que te hablé - dijo el muchacho de la gomina
que cada vez se antojaba más estúpido - ¿Crees que puedes hacer
algo con su tema y con ella o prefieres no jugártela y llamamos a
JLo?
-
Podemos probar... ¿tenéis los derechos de la canción? - dijo el
nuevo señor con un pronunciado acento sudamericano.
- No,
pero... - el chico engominado se acercó al otro y subestimando mi
oído comentó - no creo que pida mucho, además con los retoques que
le haremos aunque diga que es suya ni se va a notar... - Se alejó de
nuevo y comentó en un tono de voz natural - ¿te sirve?
- No
es mucho de mi estilo ni del de mi público pero si lo retocáis como
siempre no me puedo negar. ¿Esta chica qué haría? - me señaló, y dirigiéndose a mí dijo - ¿tú sabes cantar?
-
Pues la verdad es que no, señor.
-
¿Nada?
-
Incluso diría que lo poco que sé, es cantar horriblemente mal...
-
Perfecta. Es perfecta.
El
joven de la gomina rió con ganas y cerraron el trato con un apretón
de manos. Luego acompañó al señor hasta una sala de la que al rato
salió aun hablando con gente de dentro. Cerró la puerta y
recuperando la compostura se dirigió a mí.
-
Vas a ser la próxima estrella de la música, jovencita. Vas a hacer
un remix de Teclas sucias con el mismísimo Pitbull, ¿no soy
increíble?
-
¿Pitbull? ¿Remix? ¿Increíble? No entiendo nada...
-
Sabes quién es, ¿no? - asentí con la cabeza lentamente - Por
supuesto, ¿cómo no lo ibas a saber? Bien, ¡pues he conseguido que
acceda a hacer un remix con tu tema!
-
¿Y por qué tiene que ser un remix? Oh... bueno yo es que no estaba
pensando en algo tan radical. Pensaba que simplemente fuera una pieza
para piano, nada más.
-
Niña, siento decirte que lo de las piezas de piano que triunfan
acabó por la época de Igor
Stravinsky. Si el
problema es con Pitbul puedo intentar contactar con Cali & El
Dandee que me deben un favor.
-No,
verá, es que no quiero modificar la pieza. Quiero que suene tal y
como la toqué la primera vez.
El
hombre se quitó las gafas de sol, salió de la sala y a los veinte
minutos entró con el señor llorón del estudio, quien por otra
parte era una de las personas más simpáticas que había en ese
edificio.
-
¿Cuánto quieres por el tema? - dijo el señor llorón muy serio.
- No
quiero dinero, señor. Quiero que respeten el tema, solo eso.
El
señor llorón miró sorprendido al hombre engominado, que cerró los
ojos y se volvió a colocar las gafas de sol.
-
Pero eso nadie lo comprará.
-
Pues entonces ha sido un placer conocerles, y ahora si fueran tan
amables de volver a llevarme a Gijón, me gustaría robar una
chaqueta antes de que su dueña vuelva a casa...
Esta
vez en turista y con Ryanair,
volví a Asturias, a la misma
casa marinera en la que intentaba robar una chaqueta, pero finalmente
mi plan se vio frustrado. La ventana de la cocina por dónde había
entrado la primera vez estaba cerrada. Me quedé sin chaqueta y sin
remix, pero con un tema increíblemente bonito; Teclas
sucias, de Nuzart.
Para ti:
Porque nos hacemos viejas a la misma velocidad pero tú siempre un
paso por detrás de mí.
Porque tú eres la responsable, la pequeña, la lista, la buena, la
guarra, la que viaja,
la que abraza, la que recuerda, la que toca el piano, la que escucha
mi guitarra, la que me quiere y a la que quiero...
Porque aun quedan historias que contar.
¡Muchas felicidades, Nu!
Te lovea,
Nuria
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