1 de octubre de 2012

Las montañas no existirían sin los valles


Hace poco leí un libro del cual saqué una cita que me impactó bastante:
Las montañas no existirían sin los valles.
Hay millones de interpretaciones posibles para esta cita, pero nos centraremos en la parte metafórica de la misma.

Interpretamos las montañas como los momentos buenos, los subidones, las alegrías; y los valles como los malos momentos, las lágrimas, las depresiones.

Si siempre estuviéramos felices y riendo, quizá, y solo quizá, un día dejáramos de ser felices sin más. Nos hemos acostumbrado a este estado de risa continua y ahora las cosas que antes nos parecían graciosas ahora nos parecen corrientes.
Pero ahí entran los valles, los bajones, los malos momentos. Porque si no pasamos por malos momentos, no seremos capaces de apreciar los buenos.

Así que, pensad en los malos momentos como meros trámites para poder apreciar con más y más fuerza los grandes, porque es verdad que hay más valles que montañas, pero al escalar una montaña empleas mucho más tiempo que para cruzar un valle.
Piensa, mientras cruzas uno de estos valles, en la recompensa que supondrá llegar a la siguiente montaña, al siguiente pico en el que acampar y disfrutar de las vistas. Porque cuando llegues a la cumbre y veas los valles desde arriba, te sentirás recompensado, porque lo has cruzado tú, con más o con menos ayuda pero lo has hecho tú.

Dentro de poco nos adentraremos en un valle que promete ser duro para todos. Pero mirad a lo lejos y observad aquella lejana pero preciosa montaña que se alza poco a poco. Esa es la próxima parada. Y mientras tanto, habrá que resignarse y cruzar el valle con una sonrisa.

Nuria

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