Hace poco leí un libro del cual saqué
una cita que me impactó bastante:
Las montañas no existirían sin los
valles.
Hay millones de interpretaciones
posibles para esta cita, pero nos centraremos en la parte metafórica
de la misma.
Interpretamos las montañas como los
momentos buenos, los subidones, las alegrías; y los valles como los
malos momentos, las lágrimas, las depresiones.
Si siempre estuviéramos felices y
riendo, quizá, y solo quizá, un día dejáramos de ser felices sin
más. Nos hemos acostumbrado a este estado de risa continua y ahora
las cosas que antes nos parecían graciosas ahora nos parecen
corrientes.
Pero ahí entran los valles, los
bajones, los malos momentos. Porque si no pasamos por malos momentos,
no seremos capaces de apreciar los buenos.
Así que, pensad en los malos momentos
como meros trámites para poder apreciar con más y más fuerza los
grandes, porque es verdad que hay más valles que montañas, pero al
escalar una montaña empleas mucho más tiempo que para cruzar un
valle.
Piensa, mientras cruzas uno de estos
valles, en la recompensa que supondrá llegar a la siguiente montaña,
al siguiente pico en el que acampar y disfrutar de las vistas. Porque
cuando llegues a la cumbre y veas los valles desde arriba, te
sentirás recompensado, porque lo has cruzado tú, con más o con
menos ayuda pero lo has hecho tú.
Dentro de poco nos adentraremos en un
valle que promete ser duro para todos. Pero mirad a lo lejos y
observad aquella lejana pero preciosa montaña que se alza poco a
poco. Esa es la próxima parada. Y mientras tanto, habrá que
resignarse y cruzar el valle con una sonrisa.
Nuria
No hay comentarios:
Publicar un comentario